Folleto – Naturales 4

por | febrero 20, 2024

Tema: La agricultura tradicional

El cuento de la cebolla.

Había una vez un huerto lleno de hortalizas y árboles frutales. Daba gusto sentarse a la sombra de los árboles. Pero un buen día, empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente; rojo, amarillo, naranja, morado… Los colores eran deslumbrantes, como el color de una mirada o de un bonito recuerdo.

Después de varias investigaciones, resultó que cada cebolla tenía dentro en el mismísimo corazón una piedra preciosa. Ésta tenía un topacio, otra un rubí, otra una esmeralda… Pero por alguna incomprensible razón se empezó a decir que aquello era peligroso, inadecuado y hasta vergonzoso. Total que las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa con capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular como eran por dentro.

Hasta convertirse en cebollas vulgares e incluso otras optaron por esconderse entre la tierra nuevamente. Pasó por allí un sabio que le gustaba sentarse a la sombra del huerto y que entendía el lenguaje de las cebollas, empezó a hablar con cada una de ellas y les preguntó:

  • SABIO: ¿Por qué no te muestras como eres por dentro?
  • Unas contestaron: Porque me obligaron a ser así…
  • OTRAS… No sé, pero me enseñaron a parecerme a los demás…
  • Otras… Porque me duele el rechazo…
  • Todas coincidieron en que las capas se las fueron poniendo otras “normales” e incluso ellas mismas lo hacían para evitar que les etiquetaran como algo “raro”

El sabio se echó a llorar, pensando en la “atrocidad” que se estaba cometiendo con tan valiosas cebollas y cuando la gente le vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era de sabios. Por eso desde ese día, todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre su corazón.

Aquí acaba el cuento y empieza la investigación:

  • ¿Cuáles son tus capas?
  • ¿Cuál tu piedra preciosa?
  • ¿Puedes quitar esas capas?  

Recomienda este cuento a todas esas personas que por algún motivo les han hecho sentir que ser diferente es negativo y que hay que “eliminar u ocultar” todo aquello que no entra en lo que algunas personas consideran que es “lo normal” y les han hecho ocultarse entre capas “normalizadas”. Una buena autoevaluación a nosotr@s mism@s sería el hacerse estas preguntas y quizás nos sorprenda la cantidad de capas que nos hemos impuesto por querer “parecernos” o “pertenecer” a un determinado grupo.

El Respeto a la Diversidad en la Educación Familiar

Educar o formar a una persona como bien es sabido es una tarea difícil, no solo porque la transmisión de valores se complica ante la Diversidad y la Unicidad del ser humano, sino que también nos encontramos con la evidencia de que existe una percepción generalizada sobre la “mala educación/formación existente” que pone a esta y a sus profesionales en tela de juicio a la mínima de cambio, ya que al parecer “todos” sabemos poseer la “receta mágica” cuando opinamos sobre la educación escolar, social y/o familiar de los demás. De ahí que en muchas ocasiones desde el seno de algunas familias rechazan la formación que les dan a sus hij@s en las escuelas, en ocasiones ignoran los objetivos y principios de las instituciones educativas, en otros casos ocurre lo contrario, es decir al diferir el enfoque familiar con el escolar nace el rechazo (algunas veces mutuo)​

Para quien no lo tenga claro aún, no existen “recetas mágicas” para aplicarlas a todos por igual, porque sino estaríamos marginando y perjudicando a la Diversidad y la Autenticidad de cada persona, por lo tanto esta entrada se va a centrar en poner el “acento” en el respeto a esa diversidad basándonos en la equidad para poder empezar a obtener resultados positivos en la formación integral de la persona, cualquiera que sea el ámbito (educativo institucional, familiar y/o social) pero sobre todo en el familiar, nos solemos quejar mucho sobre la educación que reciben nuestros hijos en los centros educativos, pero no miramos de puertas para adentro y analizamos nuestras acciones, conductas y sobretodo los valores que transmitimos a nuestr@s hij@s .

También quisiera poner ese acento en que hay que partir de la premisa que cuando uno es el responsable de educar a otra persona ya sean pequeños o grandes, el que forma/educa tiene que tener muy claro quien es él y que ambas partes van a formarse con los conocimientos y experiencias de ambas partes, ya que la persona que tiene “enfrente” es distinta y uno le puede “guiar” o “aconsejar” pero nunca tratar de formar a alguien igual a ti, porque entonces sería un fracaso total en la mayoría de los casos.

La Educación Familiar  está concebida desde la percepción de cada uno, por las vivencias, carencias y experiencias personales que hayamos experimentado, con una dificultad añadida y es que al contrario que puede ocurrir en la educación escolar que las experiencias y vivencias en gran parte nos pueden servir positivamente de orientación “general”, en cambio en el ámbito familiar esas mismas vivencias pueden convertirse en un arma de doble filo. Por el hecho que a veces perjudicamos a los hijos porque nos “empeñamos” en que sean lo que nosotros no llegamos a ser, aquello que quisimos ser y no lo conseguimos.

… No es muy conveniente aceptar la idea que muchas personas utilizan como excusa diciendo que “cada uno hace lo que puede o lo que sabe”, ante esta idea tenemos que decir, aunque ya he dejado claro que no hay un patrón ni una fórmula mágica que nos garantice que la educación y relación familiar sea satisfactoria, si que podemos afirmar que se puede aprender a adquirir una serie de competencias, hábitos o pautas que nos ayuden a mejorar las relaciones personales, de pareja, familiares y a educar a nuestr@s hij@s, siempre y cuando no se tomen como absolutas e infalibles, pues hay que tratarlas con matices, respetando la propia identidad del otr@ y aprender de nuestras experiencias además de buscar respuestas o soluciones si vemos que falla lo que hacemos, así como desprendernos de la idea que los roles impuestos por el sistema son los adecuados y  que no existen otras posibilidades o vías. Ojo que tampoco hay que ser permisivos y aceptar todo lo que venga educando al “libre albedrío”, tenemos que aprender a equilibrar la balanza, sabiendo que hay dos direcciones para que haya un mejor entendimiento, pero teniendo muy claros los valores positivos y lo que realmente importa en la vida para no dejarse llevar por los prejuicios y estereotipos.

Desde antaño estamos acostumbrados a decir o escuchar que “La familia es lo primero” “Que lo mejor en esta vida es una madre o un padre” “Que el amor y lealtad de hermano/a es mayor que el de l@s amig@s” etc etc… A veces son frases sobre valoradas en el sentido que eso no siempre es cierto, que a veces la familia son nuestro “mayor enemigo”. En un porcentaje bastante considerable la distancia no es física, sino que la psíquica y emocional es aún mayor aún teniendo relaciones a diario aparentemente buenas, me refiero a esas familias que de puertas para afuera son una cosa y la realidad otra bien distinta.

¿Que falla? ¿Porque es tan superficial la relación con los que se supone que existe amor y cariño? Quizás sea porque algunas personas solo entienden la familia sin relaciones empáticas y solo cubren la función afectiva, asistencial y socioeducativa desde un plano superficial, por lo tanto lo que se recibe también es superficial y frágil, de ahí que conforme nos vamos haciendo mayores las distancias se agrandan más y vamos encontrando puntos de apoyo en otras personas fuera del entorno familiar.

De manera breve voy a definir en qué consisten estas funciones que debe aportar la familia a los miembros de esta. De manera escueta podemos decir que:

LA FUNCIÓN AFECTIVA: se puede definir como la función que favorece y estimula el “apego” con actitudes afectivas positivas y de pertenencia al “grupo”

LA FUNCIÓN ASISTENCIAL: es la función que nos proporciona protección y atención/ayuda ante nuestras necesidades.

LA FUNCIÓN SOCIOEDUCATIVA: Es la encargada de la socialización y ayuda a la transmisión de normas, costumbres, conocimientos, valores… etc a los miembros de la unidad familiar.

Si la familia solo cumple de manera literal y superficial estas funciones (que son vitales e importantes) tenemos un problema si no se ponen acentos o matices a esas funciones y hacemos que deriven en otras subfunciones, además de personalizar esa educación no sobre quién educa sino sobre quien recibe la educación. Las estadísticas y las listas de espera de psicólogos, terapeutas y demás centros de orientación familiar, nos revelan que algo no funciona, que las cuentas no cuadran, a veces nos preguntamos ¿Que hacemos mal? Y en la mayoría de las ocasiones no encontramos respuesta …

Por lo general todas las personas queremos ser “buen@s”  familias, padres, herman@s, hij@s… etc y de igual manera queremos recibir una “buena” atención o relación por parte de los demás, eso es obvio. ¿Pero porque no se consigue si la intención es buena? Creo que ahí esta el asunto, de antemano ya llevamos una intención que como “esperamos” unos resultados, a veces se convierte en imposición y si esa intención no es coherente con la visión y/o el ejemplo hacia el otro, vienen los problemas.

Dicho esto debemos cuestionarnos a nosotros mismos, no mantener nuestras ideas o métodos como absolutos y preguntarnos ¿Que significa ser “buen@” ?  ¿Lo que yo considero que es bueno, o lo que es bueno o lo que necesita ese miembro de mi familia? … Si, si… la parte difícil es esta, el saber/conocer y en muchos casos el aceptar lo que “el otro” necesita o quiere ser, no todas las personas tienen claro que lo “bueno” no siempre está asociado a lo que uno quiere, por lo que inconscientemente perjudica psicológicamente a la otra parte, así como el no comprender que  “Querer ayudar a alguien no esta asociado  con el dar” y de igual forma tampoco podemos asociar el “recibir cosas” con ser importante para la otra parte o que te quieren más por ello, así como el no tener puntos de encuentro, no necesariamente implica que no se pueda llegar a un buen entendimiento y a una buena relación…

A veces “Menos es Más”. No podemos confundir los sueños propios con los sueños de los ajenos y esforzarse para que la educación nos haga libres, independientes, procurando unos buenos cimientos “valores” que nos ayuden a saber elegir el camino adecuado para cada cual, no el que otros han pensado para nosotros. Tenemos que estar abiertos a escuchar o conocer los enfoques del otro miembro de la familia, pero cuando ya se tiene cierta edad, también hay que tener claro quien es uno mismo y defender tu identidad, no aceptar el papel que “otro” tenga pensado para ti, pues cada uno es el protagonista de su propia vida y no puede ir por ahí aceptando papeles secundarios cuando para bien o para “mal” tu tienes la potestad de poder elegir quien quieres ser.