Unidad 4 – Página 135
Trabajo colaborativo
La homeostasis
La pregunta para la radiestesia sería: ¿ Qué nivel de energía (del 1 al 10) tengo en este sistema?
Si la respuesta está por encima de valores medios, 4 ó 5, no sería un sistema corporal grave a tratar. Si los valores son inferiores, este sistema afectará y consumirá recursos de nuestra salud integral y holística. Posiblemente exista en algún nivel del aura humana un nudo de energía, quiste energético, parásito energético o una baja vibración por emociones reprimidadas o mal asimiladas.
La homeostasis: mantenimiento dentro de los límites fisiológicos.
Como hemos visto, el cuerpo humano está formado por varios sistemas y órganos, cada uno de ellos compuesto por millones de células. Para mantener una función eficaz y contribuir a la supervivencia del organismo en su conjunto, estas células necesitan unas condiciones relativamente estables. El mantenimiento de las condiciones estables para sus células es una función esencial de todo organismo pluricelular. Los fisiólogos llaman homeostasis a esta estabilidad relativa, que es uno de los temas principales de esta web.
Otro tema es la patología, es decir, las enfermedades que se producen cuando se altera la homeostasis.
La homeostasis (homeo = mismo; stasis = permanecer quieto) es una situación en la que el ambiente interno del organismo se mantiene dentro de determinados límites fisiológicos. Para que las células del organismo sobrevivan, la composición de los líquidos que las rodean ha de mantenerse de una forma precisa en todo momento. El líquido que se encuentra fuera de las células recibe el nombre de liquido extracelular (extra = fuera) (LEC) y ocupa dos localizaciones principales. El LEC que ocupa los estrechos espacios existentes entre las células es el liquido intersticial (inter = entre), liquido intercelular o liquido hístico. El LEC existente en los vasos sanguíneos es el plasma (fig. 1.2). El líquido del interior de las células es el liquido intracelular (intra = dentro) (LIC). El plasma circula desde las arterias a las arteriolas y a vasos microscópicos llamados capilares sanguíneos. Determinados componentes del plasma abandonan la sangre a través de los capilares y el líquido circula por los espacios existentes entre las células del organismo. En estos lugares recibe el nombre de líquido intersticial. La mayor parte de este líquido vuelve a los capilares en forma de plasma y pasa a las vénulas y a las venas. Una parte del líquido intersticial pasa a microscópicos vasos linfáticos llamados capilares linfáticos. En ellos, el líquido recibe el nombre de linfa. En último término, la linfa vuelve a la sangre. Como el líquido intersticial rodea a todas las células del organismo, suele aplicársele el nombre de medio interno. Entre las sustancias disueltas en el agua del LEC y del LIC hay gases, elementos nutritivos y partículas químicas cargadas eléctricamente llamadas iones, como los de sodio (Na*) y cloro (Cl-), necesarios para mantener la vida.
Se dice que un organismo está en homeostasis cuando su medio interno 1) tiene la concentración óptima de gases, elementos nutritivos, iones y agua, 2) su temperatura es óptima y 3) tiene un volumen óptimo para la salud de las células. Cuando la homeostasis se altera puede producirse una enfermedad. Si los líquidos orgánicos no recuperan la homeostasis, la consecuencia final puede ser la muerte.
Estrés y homeostasis
La homeostasis de todos los organismos está siendo continuamente alterada por el estrés, es decir, por todos los estímulos que tienden a crear un desequilibrio en el medio interno. El estrés puede proceder del medio externo, en forma de estímulos como el calor, el frío, los ruidos intensos o la falta de oxígeno. También puede originarse en el interior del organismo, en forma de estímulos como un bajo nivel de glucosa en sangre, un aumento de la acidez del líquido extracelular, el dolor o las ideas desagradables. Casi todos los factores estresantes son leves y habituales, por lo que las respuestas de las células del organismo consiguen restablecer rápidamente el equilibrio del medio interno. Una intoxicación, la exposición excesiva a temperaturas extremas o una infección grave son ejemplos de factores estresantes importantes, situaciones en las que la homeostasis puede fallar.
Afortunadamente, el cuerpo tiene muchos instrumentos de regulación (homeostásicos) para oponerse a las fuerzas del estrés y recuperar el equilibrio del medio interno. Algunas personas viven en desiertos en los que la temperatura diurna alcanza fácilmente los 49 °C. Otras trabajan todo el día al aire libre a temperaturas bajo cero. Sin embargo, el medio interno de todas ellas permanece cercano a los 37 °C. Los alpinistas hacen un ejercicio extenuante a grandes alturas, en las que el contenido de oxígeno del aire es bajo, pero una vez que se adaptan a la nueva altitud no suelen sufrir a causa de esta disminución del oxígeno. Los extremos en las temperaturas y en el contenido de oxígeno del aire son factores estresantes externos y el ejercicio realizado es un factor estresante interno, que el organismo debe compensar para mantener su homeostasis.
Walter B. Cannon (1871-1945), el fisiólogo norteamericano que acuñó el término homeostasis, señaló que el calor producido por los músculos durante un ejercicio enérgico podría coagular e inactivar a las proteínas del organismo si no se disipara rápidamente. Junto al calor, los músculos también producen ácido láctico durante el ejercicio. Si el organismo no dispusiera de algún mecanismo homeostásico para reducir la cantidad de ácido, el líquido extracelular se acidificaría demasiado y destruiría las células. Cada estructura del organismo, desde el nivel celular al de los sistemas, contribuye de una u otra forma a mantener el medio interno dentro de sus límites normales.
Regulación de la homeostasis por los sistemas nervioso y endocrino
Las respuestas homeostáticas del organismo están reguladas por el sistema nervioso y el sistema endocrino, que actúan al unísono o de manera independiente. El sistema nervioso regula la homeostasis detectando las desviaciones que se producen en relación al estado de equilibrio y enviando mensajes en forma de impulsos nerviosos a los órganos adecuados para contrarrestar el estrés. Por ejemplo, cuando se activan las fibras (células) musculares, consumen una gran cantidad del oxígeno de la sangre, a la vez que producen mucho anhídrido carbónico, que también penetra en ella. Determinadas células nerviosas detectan estos cambios químicos de la sangre y envían impulsos al encéfalo que, en respuesta a ellos, manda impulsos al corazón para que bombee la sangre de una forma más rápida y potente hacia los pulmones, a fin de que éstos expulsen el anhídrido carbónico y favorezcan la captación de oxígeno a mayor velocidad. Al mismo tiempo, el encéfalo envía impulsos nerviosos a los músculos que controlan la respiración para que se contraigan con mayor frecuencia. Como consecuencia, se expulsa más anhídrido carbónico y se inhala más oxígeno.
El sistema endocrino (un grupo de glándulas que emiten hacia la sangre unos reguladores químicos llamados hormonas) también interviene en la regulación de la homeostasis. Mientras que los impulsos nerviosos producen cambios rápidos, las hormonas suelen actuar de una forma más lenta. Ambos mecanismos de regulación trabajan juntos para conseguir un mismo fin, mantener la homeostasis.
Sistemas de retroalimentación
Un sistema de retroalimentación es un ciclo de acontecimientos en el que la información sobre el estado de la situación es monitorizado de forma constante y enviado de vuelta a una región central de control . Un sistema de retroalimentación consta de tres componentes básicos: centro de control, receptor y efector.
1. El centro de control determina el punto en el que ha de mantenerse algún aspecto del organismo, llamado condición controlada. En el cuerpo existen cientos de condiciones controladas. Algunos ejemplos son la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la acidez de la sangre, el nivel de la glucemia, la temperatura y la frecuencia respiratoria. El centro de control recibe la información que sobre el estado de la condición controlada le envía un receptor, y a continuación determina la correspondiente actuación.
2. El receptor monitoriza los cambios que se producen en la condición controlada y envía esta información, llamada impulso aferente, al centro de control. Todo estrés capaz de alterar una condición controlada recibe el nombre de estímulo. Por ejemplo, un estímulo como el ejercicio eleva la temperatura corporal (la condición controlada) y los receptores térmicos (de calor) envían impulsos al centro de control, que en este caso está en el encéfalo.
3. El efector recibe un mensaje llamado impulso eferente que procede del centro de control y produce una respuesta (efecto). Así, cuando se hace ejercicio, el encéfalo (el centro de control) envía señales para que aumente la secreción de las glándulas sudoríparas (efectores). Cuando el sudor se evapora de la piel, la temperatura del cuerpo tiende a volver a la normalidad.
La respuesta que se produce también está monitorizada de forma continua por el receptor, que vuelve a enviar la información al centro de control. Si la respuesta invierte el estímulo original, como sucede en el ejemplo antes descrito, el sistema recibe el nombre de sistema de retroalimentación negativa. Si la respuesta potencia el estímulo original, estamos ante un sistema de retroalimentación positiva.
Los sistemas de retroalimentación negativa tienden a mantener las condiciones que requieren monitorizaciones y adaptaciones frecuentes dentro de los límites fisiológicos, por ejemplo, la temperatura corporal o el nivel de la glucemia. Por su parte, los sistemas de retroalimentación positiva son importantes para las condiciones que no son tan frecuentes y que no requieren un ajuste fino continuo. Como los sistemas de retroalimentación positiva tienden a intensificar la condición controlada, suelen ser inhibidos por un mecanismo externo al sistema si forman parte de una respuesta fisiológica normal.
Dadas las características de los sistemas de retroalimentación, tanto positiva como negativa, no es sorprendente que la mayoría de los existentes en el organismo sean negativos. Los sistemas positivos pueden ser destructivos y dar lugar a diversas alteraciones, aunque algunos son normales y beneficiosos, como sucede con la coagulación de la sangre, que ayuda a interrumpir la pérdida de sangre por una herida, o con las contracciones del parto.
Una vez considerados los componentes y la forma de actuar de los sistemas de retroalimentación en general, veamos ahora cuáles son las relaciones entre estos sistemas y la homeostasis del organismo. Como ejemplos describiremos la homeostasis de la presión arterial, un sistema de retroalimentación negativa, y las contracciones del parto, un sistema de retroalimentación positiva.
Homeostasis de la presión arterial: retroalimentación negativa
La presión arterial (PA) es la fuerza que ejerce la sangre cuando presiona contra las paredes de los vasos sanguíneos, especialmente de las arterias. Cuando el corazón late a mayor velocidad o con más fuerza, la PA aumenta, y lo mismo sucede cuando aumenta el volumen sanguíneo.
Si hay algún estímulo (estrés), interno o externo, que produzca un aumento de la presión arterial (condición controlada), se pondrá en marcha la siguiente secuencia de acontecimientos . El aumento de la presión es detectado por las células nerviosas sensibles a la presión (los receptores) existentes en las paredes de determinadas arterias. Estas células envían impulsos nerviosos (aferentes) al encéfalo (centro de control), que los interpreta y responde enviando impulsos nerviosos (eferentes) al corazón (efector). La frecuencia cardíaca disminuye y la presión arterial desciende (respuesta). Así, la presión arterial (condición controlada) vuelve a la normalidad y se restablece la homeostasis.
Existe un segundo grupo de efectores que también contribuyen al mantenimiento de una presión arterial normal. Las arterias pequeñas, llamadas arteriolas, tienen paredes musculares que pueden contraerse (estrechar el calibre del vaso) o dilatarse (ampliar el calibre del vaso) cuando reciben las señales adecuadas procedentes del encéfalo. Cuando un estímulo hace que la presión arterial ascienda, las células nerviosas sensibles a la presión (receptores) de algunas arterias envían impulsos nerviosos (aferentes) al encéfalo (centro de control). El encéfalo interpreta estos mensajes y responde enviando menos impulsos nerviosos (eferentes) a las arteriolas. Ello hace que las arteriolas (efectores) se dilaten (respuesta). De esta forma, la sangre fluye a través de unas arteriolas más anchas que le ofrecen menos resistencia, la presión arterial desciende hacia la normalidad y se restablece la homeostasis.
Homeostasis de las contracciones del parto: retroalimentación positiva
La hormona oxitocina se produce en una región del encéfalo llamada hipotálamo. Una de sus funciones es potenciar la contracción muscular (condición controlada) del útero gestante (v. fig. 18.11). Cuando se inicia el parto, el útero está distendido (estímulo) y las células nerviosas sensibles a la presión de la pared uterina (receptores) envían impulsos nerviosos (aferentes) al hipotálamo (centro de control) en el encéfalo. El hipotálamo responde liberando oxitocina (eferente), que penetra en la sangre hasta llegar al útero (efector), al que estimula para que se contraiga con mayor fuerza (respuesta). Cuando la cabeza del feto desciende hacia el canal del parto, se produce una nueva distensión del útero, que provoca una liberación adicional de oxitocina y nuevas y más potentes contracciones uterinas. Es decir, se trata de un ciclo de retroalimentación positiva. El nacimiento del niño rompe el ciclo al interrumpirse la distensión uterina y, por tanto, la liberación de oxitocina.
Enfermedad: desequilibrio de la homeostasis
Mientras que los distintos procesos del organismo permanezcan dentro de los límites de la normalidad fisiológica, la células del cuerpo funcionan de manera eficiente y se mantiene la homeostasis (salud). Sin embargo, cuando uno o varios de los componentes del organismo pierden su capacidad para contribuir a la homeostasis los procesos orgánicos no funcionan de manera eficiente. Si el desequilibrio de la homeostasis es moderado puede producirse una enfermedad, mientras que si es intenso puede dar lugar a la muerte del individuo.
La enfermedad es toda alteración en relación al estado de salud de una parte o de la totalidad del organismo, que no funciona de manera normal. Una enfermedad local es la que afecta a una parte o a un área limitada del organismo. Una enfermedad general o sistémica afecta a la totalidad del organismo o a varias de sus partes. Cada enfermedad altera la estructura y función orgánicas de una forma específica. Un paciente puede presentar ciertos síntomas. Los síntomas son alteraciones subjetivas de las funciones orgánicas que no son evidentes para un observador, por ejemplo, el dolor de cabeza o las náuseas. Las alteraciones objetivas que el clínico puede observar y medir reciben el nombre de signos. Los signos pueden ser alteraciones anatómicas o funcionales: sudoración, fiebre, erupción, parálisis, etc.
La ciencia que trata el porqué, cuándo y dónde se producen las enfermedades y cómo se transmiten en la comunidad humana recibe el nombre de epidemiología (epi = en o entre; demos = gente; logos = estudio de). La ciencia que trata de los efectos y usos de los fármacos para el tratamiento de las enfermedades es la farmacología (pharmakon = medicamento o veneno).
DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD
Diagnóstico (dia = a través; gnosis = conocimiento) es el arte de distinguir una enfermedad de otra o de determinar la naturaleza de la enfermedad. Es uno de los primeros pasos en la valoración de la enfermedad, que suele seguir a la realización de la historia clínica y de la exploración física. Una historia clínica es la información que se recoge sobre los acontecimientos previos que pueden estar relacionados con la enfermedad del paciente (molestias principales, historia de la enfermedad actual, problemas médicos previos, problemas médicos de la familia, historia social y resumen de los síntomas). La exploración física es una valoración metódica que consta de inspección (visión del paciente o de su interior con diversos instrumentos), palpación (tocar para descubrir las irregularidades), auscultación (escucha), percusión (suave golpeteo), medida de las constantes vitales (temperatura, pulso, frecuencia respiratoria y presión arterial) y, a veces, análisis de laboratorio.
La homeostasis. (s.f.). Ciencia de ser. Recuperado de http://goo.gl/A5kwdT